miércoles, 1 de abril de 2020

El erizo y la rata

Había una vez un erizo que encontró en un granero un plato lleno de leche.
"¡Maravilloso! ¡Qué gente tan amable, recibirme con un plato de leche!" pensó el erizo sacando ya la lengua. En eso apareció una rata enorme.

-¡Fuera de aquí! -dijo la rata secamente-. ¡Esta leche es mía!
-De ninguna manera -dijo el erizo-. ¡Es mía! ¡Toda esta lechita es para mí solo!
-No -dijo la rata-. Es mía.
-Mientes -dijo el erizo-, nadie te daría leche a ti.
-¡Y eso qué me importa! -dijo la rata-. Aquí estaba, de modo que me pertenece y basta.
-¡Ja!, la cosa no es tan sencilla -chilló el erizo-, pero te propongo que compartamos esa leche. Yo no puedo tomármela toda y tú tampoco.
¡Pero empiezo yo!
-¡No, yo empiezo! -gritó el erizo.
-¡Tú no empiezas nada! ¡Primero yo! -contestó la rata.

Y siguieron peleando cada vez más acalorados.
De pronto, la rata dijo:

-¡Silencio! Oigo algo...

Desde la puerta de la granja se acercaban unos pasos suaves.
Ahora el erizo también los oía.

-¡Huyamos! -chilló la rata-. ¡Es el gato!

Tuvieron que esconderse los dos en la paja rápidos como rayos. En efecto, era la gata de la casa. Se acercó tranquilamente y se puso a lamer la leche. Lamió y lamió hasta que el plato quedó vacío.

FIN

Cuento de la colección veo veo Hyspamérica
texto e ilustraciones de Erwin Moser

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